La Puerta de Alcalá
Construcción
Cuando en 1561 Felipe II decidió establecer la corte en Madrid encontró una ciudad caótica, de calles estrechas y apiñadas en torno al Alcázar y multitud de conventos e iglesias.
La nueva capitalidad de la Villa, provocó un rápido aumento demográfico y la construcción de nuevas edificaciones en los arrabales, en concreto, en el área comprendida entre la Puerta del Sol y el actual Paseo del Prado, entonces llamado Prado Viejo. Para regular este crecimiento urbanístico el rey mandó ampliar la muralla hacia esta zona. Se trataba de un cercado que ya no respondía a la necesidad de proteger la ciudad, sino de constituir sus límites urbanísticos y establecer barreras físicas con fines fiscales y de vigilancia.
En este momento aparece la primitiva Puerta de Alcalá como acceso a la urbe madrileña. Una construcción muy rudimentaria, localizada en una posición más interior, a la altura de calle Barquillo con Alcalá, aproximadamente. Sin embargo, la puerta cobraría protagonismo como elemento constructivo con la llegada de la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III, en 1599.
La Puerta de Alcalá de Patricio Cajés
Como era costumbre, la ciudad se engalanó con motivo de la entrada regia. Se emprendieron trabajos de mejora y decoración en las calles por donde pasaría la comitiva. Se ensanchó y adoquinó parte de la calle Alcalá y se acordó levantar una nueva puerta, con una situación más exterior que la original ─a la altura de la actual calle Ruiz de Alarcón─.
Hasta ese momento las puertas de Madrid habían tenido una finalidad fiscal y de vigilancia, pero con la puerta que ahora se levantaba se convirtieron también en elementos estéticos, que ornamentaban la ciudad de manera permanente. La nueva construcción ya no formaba parte de la muralla, aunque seguía marcando el acceso a la Villa por el camino de Alcalá e integraba en el conjunto urbano el nuevo paseo arbolado extramuros, ideado por Felipe II para celebrar la llegada de la reina Isabel de Valois: el Paseo del Prado.
El diseño de esta nueva puerta monumental fue encargado al pintor italiano Patricio Cajés, autor también de las arquitecturas efímeras erigidas en la ciudad para celebrar la entrada de la reina Margarita. El artista redactó el pliego de condiciones del nuevo monumento que se construiría en piedra de Cerceda y ladrillo, con un programa escultórico realizado en yeso blanco a imitación del mármol.
Un arco central con dos vanos laterales que tenía los elementos clave de la estructura levantados en piedra. El resto de la construcción empleaba el ladrillo revocado con yeso, que proporcionaba una apariencia de mármol, como indicaba el pliego redactado por Cajés.
El acceso estaba coronado por el escudo de armas de la Villa y dos grandes figuras de yeso imitando mármol. Una era la personificación de la Mantua Carpetana ─la primigenia ciudad de Madrid, denominada Mantua en honor a Manto, madre del héroe fundador─ y la otra el héroe mitológico Ocno Bianor, que instituyó la ciudad según la leyenda popularizada en el siglo XVI. A ambos lados de aquella puerta, unas torrecillas fabricadas con la misma técnica completaban el programa escultórico.
Las esculturas de yeso pronto se deterioraron. En 1614 se decidió retirar una de ellas, pero la llegada de Isabel de Borbón un año más tarde devolvió el protagonismo a la Puerta de Alcalá. La estatua, ya reparada, se repuso en su lugar. Tan sólo diez años más tarde las esculturas fueron eliminadas definitivamente, coincidiendo con la orden de Felipe IV de levantar una nueva cerca para incluir los actuales límites de la ciudad y establecer un mayor control sobre las mercancías y las gentes que entraban a la Villa.
La muralla se construyó paulatinamente siguiendo el trazado orgánico de la ciudad, con ello la Puerta de Alcalá volvió a formar parte de la cerca y retomó sus funciones de control fiscal, comercial y personal.
La Puerta de Alcalá de Teodoro Ardemans
Para 1636, dadas las malas condiciones de la estructura, se derribó y levantó una nueva, cuya composición no se conoce en profundidad, aunque sí se sabe el programa escultórico que la decoraba. Coronada por imagen de Nuestra Señora de las Mercedes, en sus laterales alojaba las esculturas de San Pedro Nolasco y de la Beata María Ana de Jesús.
El nuevo acceso se unía también al Buen Retiro y su función estética cobraría mayor importancia a medida que el complejo palaciego se definía y tomaba relevancia en el panorama urbanístico madrileño. Este factor, unido a la construcción del nuevo Real Pósito, ubicado al otro lado de la Puerta de Alcalá, frente a los jardines del Buen Retiro, encajonando la Puerta, propició el derribo del acceso y la edificación de una nueva en 1691.
La intervención se enmarcó en el plan ideado por Teodoro Ardemans, arquitecto y pintor, para ensanchar y urbanizar el camino de Alcalá, renovar estéticamente la importante puerta y situarla ligeramente más hacia al este, a la altura de la actual calle de Alfonso XI.
No se conoce el autor de las trazas, pero todo apunta a que el propio Ardemans se encargó del diseño que, tampoco se conoce con exactitud.
El nuevo acceso dignificaba la entrada a la ciudad gracias al ensanche de la calle, que se convertía en un amplio vestíbulo y proporcionaba la monumentalidad deseada, en sintonía con la majestuosidad del Buen Retiro y las dimensiones del Real Pósito.
En 1702, con motivo de la llegada de la reina María Luisa de Saboya ─primera esposa de Felipe V─ la ciudad se engalanó de nuevo. La puerta no debía encontrarse en las condiciones deseadas para tal acontecimiento. Una vez más fue demolida y reconstruida en el mismo emplazamiento y con el mismo diseño.
La Puerta de Alcalá de Francisco Sabatini
Carlos III llegó a Madrid en 1759, tras fallecer su hermano Fernando VI. Hasta aquel momento, Carlos de Borbón había gobernado con éxito el reino de Nápoles y Sicilia y, dominado por un pensamiento ilustrado, contaba entre sus intereses como gobernante con un claro deseo de favorecer el mecenazgo de las artes y las ciencias y mejorar los espacios públicos. Su entrada en la capital se efectuó a través de la Puerta de Alcalá y su primera residencia en Madrid fue el Palacio del Buen Retiro.
La ciudad que encontró el soberano distaba mucho de la idea ilustrada de urbe y de la majestuosidad que una capital como Madrid debía mostrar. Por ello, puso en marcha un programa de reformas que afectarían a toda la Villa y, especialmente, a la zona del Buen Retiro y el Prado Viejo. Una de las transformaciones urbanas que marcaría para siempre Madrid fue la decisión de levantar una nueva Puerta de Alcalá.
En 1769 Carlos III convocó un concurso para seleccionar el diseño. Se recibieron propuestas de José de Hermosilla, Ventura Rodríguez y Francisco Sabatini, quien presentó tres modelos diferentes. Parece que el italiano podría haber partido con cierta ventaja, al poder explicar sus proyectos al rey en persona. En efecto, la propuesta elegida fue la de Sabatini.
Quizá fruto de un error al evaluar los diferentes diseños o de la fusión de dos proyectos en uno para agradar al monarca, el rey informó que la puerta tendría dos frentes diferentes, uno hacia la ciudad y otro hacia el exterior.
El diseño finalmente construido consta de cinco huecos, tres de ellos de medio punto y mayor tamaño (9,28 metros de altura) con decoración de casetones en el intradós o interior de los arcos, mientras que los laterales son adintelados y de menores dimensiones (6,10 metros de altura).
La fachada oriental, que miraba hacia el exterior de la Villa, posee una decoración más rica. Presenta un muro almohadillado, dos columnas de orden jónico a cada lado del vano central y una a ambos lados de los arcos laterales. Los huecos adintelados están coronados por unas placas rectangulares ornamentadas con guirnaldas de piedra, mientras que los arcos de medio punto poseen una cabeza de sátiro como adorno en su clave.
En el caso de la fachada occidental, que miraba hacia el interior de la ciudad, el muro es liso, sin almohadillado, y las columnas se convierten en pilastras, excepto en el arco central, flanqueado por dos columnas también de orden jónico y fuste liso. Los vanos adintelados están coronados por unas placas similares a las anteriores, aunque con cuernos de la abundancia en lugar de guirnaldas y las claves de los arcos de medio punto están adornadas con cabezas de león.
El conjunto se remata con un entablamento corrido sobre el que destacan cuatro pedestales, alineados con las columnas inferiores. En la fachada exterior encontramos en estos pedestales las figuras alegóricas de las cuatro virtudes cardinales, enumeradas por Platón, con sus atributos: la Fortaleza, con casco y lanza; la Templanza, con un bocado o freno de caballo; la Justicia, que portaba una balanza, hoy perdida; y la Prudencia con un espejo y una serpiente, símbolos del autoconocimiento.
En el centro se eleva un cuerpo superior rematado con un frontón semicircular partido donde se muestran las Armas Reales de Carlos III, acompañadas de la figura alegórica de la Fama y sostenidas por un angelote. Debajo, una placa con la leyenda “REGE CAROLO III ANNO MDCCLXXVIII”, (rey Carlos III año 1778), que también se halla en la fachada interior.
El programa iconográfico de la fachada oriental alude a los valores de la Villa de Madrid, plasmados a través de las virtudes cardinales, mientras que reconoce y realza la figura del rey, gracias a la alegoría de la Fama que sostiene el escudo con las armas reales. Las guirnaldas de los vanos adintelados representan símbolos de celebración y bienvenida a los visitantes.
Por su parte, el frente oriental está ornamentado con panoplias o conjuntos de armaduras y armas, sobre los cuatro pedestales del entablamento corrido. El cuerpo central superior está rematado con un frontón triangular más sobrio y decorado con una pareja de panoplias. En este caso, la iconografía militar simboliza el espíritu de protección y vigilancia de la puerta y, por extensión, de la monarquía hacia su pueblo, así como la garantía de prosperidad representada por las cornucopias de los vanos adintelados.
La Puerta de Alcalá mide 23,79 metros de altura, 43,07 metros de anchura y 11,74 metros de profundidad. Para levantar este espectacular monumento, Sabatini se inspiró en la romana Fontanone del Gianicolo o Fuente dell’Acqua Paola, realizada a principios del siglo XVII. Para las columnas y sus capiteles, el arquitecto tomó como modelos los diseñados por Miguel Ángel para el Capitolio de Roma.
De estilo neoclásico con herencias barrocas, la Puerta de Alcalá de Francisco de Sabatini se ha considerado el primer arco de triunfo moderno de Europa.
En 1769 se derribó la vieja Puerta de Alcalá para comenzar las obras del proyecto de Sabatini, que se ubicaría en la posición que hoy conocemos. Las obras del monumento avanzaron más lentamente de lo esperado debido a la falta de fondos, pero, al fin en 1778 la Puerta estaba finalizada. En 1780 se colocaron las verjas de hierro en los vanos; el acceso estaba conectado a una nueva cerca que cerraba Madrid por lo que la puerta volvía a tener una función fiscal y de vigilancia, además de dignificar la entrada a la Villa.
Devenir histórico
La Puerta de Alcalá —antigua entrada a la capital por el camino real de Aragón y Cataluña—, constituía una de las cinco puertas históricas principales de Madrid, junto a las de Atocha, Toledo, Segovia y Bilbao. El actual monumento en honor de Carlos III es la culminación de un proceso evolutivo que comienza ya a finales del s. XVI, aunque tendrían que pasar casi dos siglos hasta que el proyecto de Francisco Sabatini le otorgase el aspecto que tiene hoy en día.
Desde entonces, el monumento obtuvo el máximo grado de protección según la legislación española en 1976, cuando fue declarada monumento Bien de Interés Cultural. Forma parte del del Conjunto Histórico Recinto de la Villa de Madrid, considerado Bien de Interés Cultural desde el año 1995 y también está incluida en el «Paisaje de la Luz», Paseo del Prado y el Buen Retiro, Paisaje de las Artes y las Ciencias, inscrito en la lista de Patrimonio Mundial de la UNESCO en 2021. Además, está catalogada por el Plan General de Ordenación Urbana de Madrid como Elemento Singular Histórico Artístico, nivel I de protección.
También ha sido objeto de distintas intervenciones desarrolladas durante los siglos XIX y XX, parcialmente relacionadas con el mantenimiento de su imagen y ornamentación acorde con el gusto estético de la época. Todas ellas, han respetado algunas de las huellas que los acontecimientos bélicos desarrollados en sus cercanías han dejado en sus paramentos.
Intervención en las esculturas, 1992
©Ayuntamiento de Madrid
Intervención en las esculturas, 1992
©Ayuntamiento de Madrid
La Puerta de Alcalá con telón de fondo un concierto en los MTV EMA 2010
©Ayuntamiento de Madrid
La Puerta de Alcalá con telón de fondo un concierto en los MTV EMA 2010
©Ayuntamiento de Madrid
Puerta de Alcalá, 1927-1936, António Passaporte
Archivo Loty, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte
Puerta de Alcalá, 1927-1936, António Passaporte
Archivo Loty, IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte
Intervención en las esculturas, 1992
©Ayuntamiento de Madrid
Intervención en las esculturas, 1992
©Ayuntamiento de Madrid
Puerta de Alcalá vista desde arriba, 16 de marzo de 1954
Juan Miguel Pando Barrero, Archivo Pando. IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.
Puerta de Alcalá vista desde arriba, 16 de marzo de 1954
Juan Miguel Pando Barrero, Archivo Pando. IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte.
Multitudinaria procesión de un Cristo crucificado en torno a la Puerta de Alcalá
Juan Miguel Pando Barrero, Archivo Pando. IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte
Multitudinaria procesión de un Cristo crucificado en torno a la Puerta de Alcalá
Juan Miguel Pando Barrero, Archivo Pando. IPCE, Ministerio de Cultura y Deporte
Tareas de mantenimiento en 2014
©Ayuntamiento de Madrid
Tareas de mantenimiento en 2014
©Ayuntamiento de Madrid
Instalación artística en el Festival Internacional Luz Madrid 2021
©Ayuntamiento de Madrid
Instalación artística en el Festival Internacional Luz Madrid 2021
©Ayuntamiento de Madrid
Puerta de Alcalá
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Puerta de Alcalá
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Las huellas históricas
Su naturaleza de acceso a la Villa, y de simbólico monumento después, ha provocado que, a lo largo de su historia, la Puerta de Alcalá presencie una serie de acontecimientos bélicos que han marcado la historia del país.
En 1808 la Puerta de Alcalá fue testigo del Levantamiento del 2 de mayo contra las tropas francesas, así como de sucesivos enfrentamientos y ejecuciones durante la Guerra de la Independencia. Aunque el monumento no sufrió grandes desperfectos, sí quedaron marcas de artillería. Años después, en 1823, la llegada de los Cien Mil Hijos de San Luis volvió a colocar a la puerta en una posición delicada, si bien no hubo que lamentar ningún daño grave.
Casi un siglo más tarde, en 1921, el monumento resultó dañado en el atentado que acabó con la vida del presidente del gobierno Eduardo Dato, contra el que dispararon varias ráfagas. Algunas balas alcanzaron a la histórica construcción.
La Puerta de Alcalá resistió a la Guerra Civil y a la sublevación del coronel Segismundo Casado en 1939, que la convirtió en escenario de un enfrentamiento bélico dentro de un conflicto mayor.
Las restauraciones históricas
Con motivo de la creación de la Plaza de la Independencia y el derribo definitivo de la cerca a la que estaba adherida, en 1869, el monumento fue restaurado por primera vez. Probablemente se volvió a realizar alguna labor de mantenimiento en 1872.
La primera restauración integral de la Puerta se llevó a cabo en 1904 e incluyó limpieza, reintegración de piezas y sustitución de elementos estructurales. Varios años después, el monumento recibió una nueva restauración en 1959 consistente, en esta ocasión, en la reintegración de piezas y consolidación de elementos.
En la década de los años 70 fue objeto de limpiezas, consolidaciones, reintegraciones y sustituciones hasta que, a principios de la década de los 90, la Puerta de Alcalá se cubrió con una gran lona con dibujos de Antonio Mingote. Corría el año 1992 cuando se ejecutó una restauración integral en la que se restituyeron elementos, consolidaron fisuras del monumento y de los grupos escultóricos y se reemplazaron elementos estructurales que presentaban un alto deterioro. Después de esta intervención, se realizaron tareas de mantenimiento en 1997 y 2014.
Imagen colectiva de la ciudad
El entorno de la Puerta cambiaría su aspecto por completo en 1869, poco después de la Revolución de La Gloriosa, con la aprobación de un nuevo plan urbanístico. Se derribó de manera definitiva la cerca que constreñía la ciudad, de manera que la Puerta de Alcalá pasó a convertirse en un monumento conmemorativo. Como tal, se proyectó una plaza, denominada Plaza de la Independencia, que proporcionara el empaque necesario a la Puerta.
La nueva situación como monumento situado en una rotonda y aislado, la convirtió en un símbolo de la ciudad y adquirió protagonismo en eventos de índole política, social y religiosa. Desde la coronación de Alfonso XIII en 1903, cuando la Puerta se revistió de luces con motivo del acontecimiento, pasando por la Guerra Civil, momento en el que el monumento se convirtió en todo un símbolo propagandístico para ambos bandos, hasta eventos más recientes en los que la Puerta ha funcionado como telón de fondo de conciertos, acontecimientos sociales, instalaciones artísticas respetuosas con el bien o las tradicionales decoraciones luminosas navideñas que se instalan cada año, y sin perjuicio para el monumento, en sus vanos.
La Puerta de Alcalá es un símbolo de la Villa de Madrid y su memoria. Un monumento vivo que ha resistido impasible y paciente el paso del tiempo para seguir contando la historia de Madrid y de España.